Hola, ¿qué tal? Hoy vengo a hablar un ratito… o mejor dicho, a escribir. Aunque, de alguna manera, supongo que estamos hablando.
Quería escribir sobre uno de esos temas que considero profundos. De esos que me invitan a pensar, a reflexionar, y que suelen hacerme sentir bien.
Pero estos últimos días no me sentí muy inspirada…
Como les pasa a los artistas, ¿no? Jajaja.
¿Se podría decir que ya soy artista, dada esta situación en la que me encuentro?
¿Cuál es la diferencia entre alguien que quiere ser artista y alguien que ya lo es?
¿Su auto-percepción?
¿Que la gente te diga que lo sos te convierte en eso?
¿O alcanza con empezar a decirlo una misma? Qué duda.
Desde chica me gustaba la idea de ser artista, pero al mismo tiempo sentía que no tenía ese nivel de creatividad o talento. Qué tontería.
Si hoy escuchara a alguien decir eso, pensaría que está equivocada.
Todos somos seres creativos, y por lo tanto, todos tenemos esa capacidad artística adentro nuestro.
Algunos la trabajan más, y con el tiempo, se desarrolla. Como un músculo. Crece y toma forma.
Otros no la usan para nada, y naturalmente se va apagando.
Pero para mí, como todo músculo, siempre se puede volver a activar. Y cuanto más la entrenamos, más fuerte se vuelve.
Y esa es justamente mi intención con este texto: usar ese músculo creativo y no caer en ese racionalismo excesivo, donde la auto-crítica empieza a tomar protagonismo y termina cohibiendo nuestra expresión.
¿Quién dijo que el arte tiene que gustar?
¿O que tiene que generar sentimientos positivos?
Muchas veces el arte nos incomoda. Nos hace pensar, cuestionar, o incluso provoca rechazo.
Y eso también es válido. Eso también es arte.
Dicen que aburrirse es una buena forma de despertar la creatividad. Que ahí, cuando la mente está en calma, sin producir ni racionalizar todo el tiempo, empieza a jugar.
Ahí es donde puede aparecer lo creativo, lo lúdico.
Al final del día, somos niños en cuerpos de adultos.
Así que supongo que voy a ir a aburrirme un rato, y ojalá ahí me esté esperando la inspiración.
Quería escribir sobre uno de esos temas que considero profundos. De esos que me invitan a pensar, a reflexionar, y que suelen hacerme sentir bien.
Pero estos últimos días no me sentí muy inspirada…
Como les pasa a los artistas, ¿no? Jajaja.
¿Se podría decir que ya soy artista, dada esta situación en la que me encuentro?
¿Cuál es la diferencia entre alguien que quiere ser artista y alguien que ya lo es?
¿Su auto-percepción?
¿Que la gente te diga que lo sos te convierte en eso?
¿O alcanza con empezar a decirlo una misma? Qué duda.
Desde chica me gustaba la idea de ser artista, pero al mismo tiempo sentía que no tenía ese nivel de creatividad o talento. Qué tontería.
Si hoy escuchara a alguien decir eso, pensaría que está equivocada.
Todos somos seres creativos, y por lo tanto, todos tenemos esa capacidad artística adentro nuestro.
Algunos la trabajan más, y con el tiempo, se desarrolla. Como un músculo. Crece y toma forma.
Otros no la usan para nada, y naturalmente se va apagando.
Pero para mí, como todo músculo, siempre se puede volver a activar. Y cuanto más la entrenamos, más fuerte se vuelve.
Y esa es justamente mi intención con este texto: usar ese músculo creativo y no caer en ese racionalismo excesivo, donde la auto-crítica empieza a tomar protagonismo y termina cohibiendo nuestra expresión.
¿Quién dijo que el arte tiene que gustar?
¿O que tiene que generar sentimientos positivos?
Muchas veces el arte nos incomoda. Nos hace pensar, cuestionar, o incluso provoca rechazo.
Y eso también es válido. Eso también es arte.
Dicen que aburrirse es una buena forma de despertar la creatividad. Que ahí, cuando la mente está en calma, sin producir ni racionalizar todo el tiempo, empieza a jugar.
Ahí es donde puede aparecer lo creativo, lo lúdico.
Al final del día, somos niños en cuerpos de adultos.
Así que supongo que voy a ir a aburrirme un rato, y ojalá ahí me esté esperando la inspiración.