Cuando me muevo me habito. Cuando me muevo, el habitar mi cuerpo se vuelve una experiencia sublime. De puro disfrute. Como si mi vehículo me permitiera atravesar sensaciones que de otra manera no podría hacerlo. Cuando me muevo con control y consciencia, me siento empoderada. Me siento fuerte y libre. Me siento en mi elemento. El movimiento. Me movería constantemente. Moverme es adictivo. Amo encontrar nuevas formas, romper límites. Límites físicos, pero sobre todo mentales. Cuando me muevo encuentro paz. Encuentro serenidad. En el pico del movimiento, donde el corazón late rápido y el cuerpo empieza a sentir calor, incluso cansancio, ahí mismo es donde me siento viva. Fluyo, no paro de fluir. Me vuelvo líquida, envuelvo todo lo que me rodea. Soy presencia absoluta. Nada me distrae, es yo, mi cuerpo y el aire, el movimiento. Nada más. Atención pura.

Si tenes un cuerpo. Usalo. Movete. No lo des por sentado. Agradecelo.​​​​​​​

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