Las cosas se van desplegando de maneras curiosas.
Cuando las miramos desde lejos, una vez que los hechos ya ocurrieron, podemos ver una cadena de acciones que desencadena un efecto dominó.
Lo que pasa en un lugar impacta en otro. Donde hay luz, también hay sombra.
La oscuridad que hoy existe en muchos rincones del mundo —alimentada por la violencia, la injusticia y el dolor— ha hecho que muchas personas, en otras partes, desarrollen más compasión, empatía o gratitud por lo que tienen. Y, de alguna forma, eso termina creando más luz en el inconsciente colectivo.
Me pregunto entonces si la oscuridad del ser humano puede, paradójicamente, despertar la luz de nuestro espíritu.
Y me cuestiono si esta “regla” es parte de la condición dual del mundo en el que vivimos… o si también aplica al plano espiritual.
Como es arriba, es abajo.
O así dicen.
Quizá la pregunta no es por qué existe la oscuridad, sino qué hacemos con la luz que despierta en nosotros.
Cuando las miramos desde lejos, una vez que los hechos ya ocurrieron, podemos ver una cadena de acciones que desencadena un efecto dominó.
Lo que pasa en un lugar impacta en otro. Donde hay luz, también hay sombra.
La oscuridad que hoy existe en muchos rincones del mundo —alimentada por la violencia, la injusticia y el dolor— ha hecho que muchas personas, en otras partes, desarrollen más compasión, empatía o gratitud por lo que tienen. Y, de alguna forma, eso termina creando más luz en el inconsciente colectivo.
Me pregunto entonces si la oscuridad del ser humano puede, paradójicamente, despertar la luz de nuestro espíritu.
Y me cuestiono si esta “regla” es parte de la condición dual del mundo en el que vivimos… o si también aplica al plano espiritual.
Como es arriba, es abajo.
O así dicen.
Quizá la pregunta no es por qué existe la oscuridad, sino qué hacemos con la luz que despierta en nosotros.